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Channel: Cuaderno del tribal
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Gente honesta de mi país

Una crónica sobre cómo perdí una billetera y cómo, gracias a la honestidad y espíritu solidario de una odontóloga de Pucallpa, Denisse Dueñas Iglesias, pude recuperarla, todo en medio de una cadena de noticias literarias positivas que han remecido mi vida en las últimas horas.

La realidad se ha encargado este último jueves de demostrarme que, efectivamente, como dice el título de mi libro, los lugares que ocupan el lenguaje, los seres y las cosas son precarios, cambiantes y fugaces, y que el rol de la poesía es constatar esto y darles un nuevo sentido a partir de su propia inestabilidad. Sucede que el 21 me levanté muy temprano para tomar el avión de las 9: 10 que me llevaría a Lima. Un viaje es lo más común y estable de todas las experiencias humanas. Todos viajan a una hora y regresan a una hora. Y es lo que esperaba que sucediese conmigo. Sin embargo, el azar, o como se llame una de las formas del cambio, obró sus prodigios: todos los horarios de vuelo se descalabraron ese día y el avión partió recién a las 12:30. Mala señal para comenzar. Si bien la presentación de mi libro era recién el viernes, la tardanza terminó por instalar el desasosiego en mi estado de ánimo. No obstante, durante las horas de espera me dediqué a redactar a las apuradas el artículo que escribo semanalmente para La Industria, pero tuve que interrumpirlo: debía ingresar a la sala de espera y tomar el avión rumbo a Lima. Tras un almuerzo breve y muy agradable, retomé la redacción del artículo que, luego de una estresante carrera contra el tiempo, recién pude concluir a las 4 de la tarde aproximadamente. Unos minutos después entró una llamada a mi celular con una buena nueva: mi sueldo iba a ser incrementado a partir del siguiente mes. Primera alegría. Cinco minutos después, ingresó otra llamada. Era un célebre novelista peruano que, como integrante de un importante concurso de novela, me llamaba para comunicarme que había ganado el primer lugar (ya se enterarán de qué concurso se trata). Segunda alegría. Mudo por varios minutos. Quise llamar a todos mis seres queribles para compartir la noticia, pero me contuve. Es a partir de aquí que una nueva cadena de descalabros entra en acción. Miro el reloj: 5 de la tarde. Debo ir a la feria de libros La Independiente para participar en un recital. Tomo un taxi y parto con dirección al Ministerio de Cultura. Unos minutos después recibo otra llamada: mi editor Houduni Guerrero me informa que el recital será vía Zoom, que no vaya a La Independiente. Un poco molesto y otro poco desconcertado, le pido al taxista que dé la vuelta. Apurado, le pago lo acordado y bajo rápido, sin percatarme que mi billetera se ha quedado en el asiento posterior. Allí están todas mis tarjetas y unos cientos de soles en efectivo. Un par de horas después, el recital termina y recién caigo en cuenta que no tengo la billetera. Busco el teléfono del taxista en el aplicativo y doy con él. Le digo que mi billetera está en el asiento trasero de su auto, pero luego de revisar, me dice que no hay ningún rastro de nada. ¿Cómo viajar de regreso a Trujillo sin DNI, sin tarjetas, sin carnet de vacunación y sin efectivo? Me acuerdo entonces en medio de mi desconcierto que el título de mi libro alude a lo inestable que es el mundo. Bajón anímico, aunque no doy todo por perdido. ¿Cómo es que pudo pasar? ¿Cómo sucedió todo tan rápido? ¿Qué hacer, qué decisiones tomar? Por lo pronto, hay que llamar a los bancos para anular las tarjetas y realizar una denuncia policial para obtener un nuevo DNI. Ya es casi medianoche e ingresa una nueva llamada. Dudo en atenderla. Puede ser una buena o una mala noticia. Para malas, ya está bien. Pese a todo, la atiendo. Una voz femenina del otro lado del auricular me pregunta si yo soy quien soy. Le digo que sí y advierto, por el ritmo de mis palpitaciones y por la voz que me habla, que el mundo se ha vuelto inestable otra vez. Claro que sí. Su nombre es Denisse Dueñas Iglesias y me anuncia con un tono amable y dulce que ha encontrado mi billetera en el mismo taxi que la condujo al aeropuerto. Ella está ahora en Pucallpa. Cuando la vio tirada en el asiento, dudó en entregársela al taxista para que me la devolviera o ubicarme a través de las redes sociales y hacerlo ella directamente. Optó por lo segundo. Desde las 6 hasta las 7 de la tarde me envió una serie de mensajes por Messenger que yo, despistado como siempre, nunca vi. Hasta que, no sé cómo, obtuvo el número de mi celular y me llamó a la medianoche. No podía creerlo. ¿Existen seres que encuentran billeteras y deciden devolvérselas a sus dueños con el dinero dentro? ¿Quiénes son? ¿Qué clase de naturaleza tienen? Pues, sí existen y Denisse es una de ellas. Denisse hizo, además, una cosa más extraordinaria: le pidió a su esposo que me llamara y acordara conmigo un lugar de encuentro para la devolución de la billetera, pues él volvía ese día a Lima. A continuación, hizo algo más: me depositó en una de mis cuentas el importe del dinero que estaba entre mis pertenencias, pues intuía que yo necesitaba urgente el dinero. ¡Y vaya que estaba en lo cierto! Su honestidad no tenía límites. Qué suerte tuve al haberme encontrado con este tipo de seres humanos.

Hace unos minutos acabo de encontrarme en el lugar acordado con el esposo de Denisse, quien me acaba de entregar la billetera con todos los documentos. Su trato es amable y la honestidad se filtra por sus ojos. Todo está completo en la cartera.

¿Es esto una epifanía?

Denisse y su esposo son, sin duda, dos buenas personas. No, creo que son dos ángeles.

 


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