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En busca de la complicidad del lector

Un puñado de cuentosreunidos enGringas sí, yanquis no, además de confirmar la calidad del cusqueño Mario Guevara Paredes, revela a un autor que debe ser leído y valorado en un contexto más amplio y universal. La mejor literatura del Perú se escribe, muchas veces, lejos del centro y del poder cultural.

Escribir, por definición, es una conjugación entre técnica y talento, entre arte y oficio, con lo cual no digo nada nuevo, aunque sí enfatizo la importancia que tiene lo que se adquiere y lo que se lleva de manera natural.

Mario Guevara Paredes es un narrador con mucha experiencia, alguien que ha cultivado con esmero el talento y ha pulido el oficio con dedicación. La antología Gringas sí, yanquis no,  que recoge diecisiete de sus cuentos escritos entre 1988 y 2020, es una muestra clara de esta realidad.

Los lectores recuerdan los buenos relatos por los temas, los personajes y las maneras de contar. En los tres casos, se sienten cercanos, cómplices y tocados por la atmósfera moral y sentimental de los acontecimientos. Para que esto ocurra, el narrador tiene que desplegar toda su habilidad y argucia para dejar huellas en la psiquis de quienes leen sus historias.

Los temas de los cuentos incluidos en Gringas sí, yanquis no son recurrentes y hasta cierto punto banales: las aventuras de los andean lover (o ‘bricheros’), el pasado de seres que se sienten fracasados, las traiciones amorosas y el amor utópico. De todos ellos, el primero es el más representado y el que ha tratado con mayor fortuna.

En un cuento, la construcción de los personajes tiene, entre otras limitaciones, la de revelarlo con unos cuantos trazos, los suficientes para que tenga, más que espesor psicológico, veracidad. No es fácil. Creo que, en este sentido, los personajes de Gringas sí, yanquis no cumplen con este cometido. Son creíbles por la forma con que hablan y miran el mundo, por el modo en que sienten y disfrutan de la vida, así como por la manera en que mienten o dicen la verdad. Uno de sus rasgos más notables es que están atormentados por algún fracaso, temen que este les llegue o huyen de él a través del alcohol o la fabulación. En esto, de alguna manera, guardan una filiación con esos seres sin pasado ni porvenir que animan las historias de Julio Ramón Ribeyro.

“En el orden temático los cuentos de Mario Guevara ponen sobre la mesa dilemas morales que van de lo íntimo a lo político en un diapasón de emociones, certezas y compromisos, que transitan desde el desquite, la venganza, la envidia, la sumisión, hasta el compromiso político, el hambre y la sed de justicia, la pasión exhausta y el desengaño, que conducen al desbocamiento de la personalidad”, dice Miguel Ángel Queiman.

Uno de los grandes problemas que enfrenta un autor es elegir quién cuenta una historia Las posibilidades son muchas: los narradores externos (omnisciente, cuasi omnisciente, equisciente, limitado) y narradores internos (protagonista, testigo); otro problema, es elegir la voz gramatical para contar una historia: ¿tercera, primera o segunda persona? El narrador de las historias de Mario Guevara Paredes opta, en muchos casos, por la segunda voz. ¿A qué se debe esto?  Sin duda a que se trata de un modelo de voz que busca la complicidad del lector y que se dirige constantemente a él. Dos de los cuentos más notables, Cazador de gringas y Usted, nuestra amante italiana están escritos con este punto de vista. Se trata de un recurso poco utilizado, debido a las peligros y dificultades de veracidad que presenta. Sin embargo, su elección, en este caso, es un verdadero acierto.

Queiman remarca también los aciertos sobre las técnicas y los procedimientos narrativos empleados en Gringas sí, yanquis no, entre los que, según mi punto de vista, destaca el uso de la oralidad, la cual enfatiza esa complicidad buscada en el empleo de la segunda voz gramatical y el dilema moral y existencial de los dramas narrados.

Los cuentos emplean básicamente la narración resumen, con la que el narrador marca el tono y el ritmo narrativo. En dos o tres casos utiliza la estructura dialógica y en uno de ellos lo hace con gran pericia. Esto sucede con Andean Lover, construido con pláticas banales que impulsan hacia adelante el relato y delimitan muy bien la materia narrativa. Como en el famoso cuento Los asesinos de Ernest Hemingway, el estilo es austero, breve y directo y la construcción del relato se funda en el empleo casi exclusivo de los diálogos. En Andean Lover no hay absolutamente —a diferencia de Los asesinos de Hemingway— ninguna descripción. Esto prueba que Mario Guevara no es solo un gran lector, sino un narrador que aprovecha con gran éxito y sentido de la oportunidad todas las técnicas heredadas de los maestros.

“ Los lectores recorremos esta amplia travesía que nos brinda el autor, con su visión del mundo irónica, con su estilo ágil, con un buen manejo en su técnica de la segunda persona con finales sorprendentes, propios de lo incierta que es la vida humana en cualquier parte del globo”, dice con cierto Antonio González Montes de este conjunto de cuentos, apreciación que suscribo en tu totalidad.

 

 

 


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