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La lógica de lo imposible

Un avión procedente de París aterriza en Nueva York dos veces en fechas distintas, con los mismos pasajeros y la misma tripulación ¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar este hecho inesperado? La anomalía de Hervé Le Tellier, una extraordinaria novela con la que este ganó el Premio Goncourt 2020, nos coloca cara cara con esta realidad imposible.

Oulipo, el grupo de escritura y literatura experimental francés creado en la década del 60 del siglo pasado por el escritor Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais, tenía como propósito “proporcionar formas literarias susceptibles de promover creaciones novedosas”.

Desde un inicio, el movimiento se opuso a la inspiración y el azar y centró sus esfuerzos en la búsqueda de formas nuevas en estrecha ligazón con las matemáticas, los juegos verbales y las restricciones. Los miembros más célebres de los primeros tiempos fueron Ítalo Calvino, Marcel Duchamp y Georges Perec, el autor de Vida, instrucciones de uso.

Los oulipianos se concentran, dice el periodista Javier Mattio, en mantener  reuniones periódicas, el espíritu de indagación sistemática y los hilarantes disparates sectarios: para darse de baja, los miembros deben suicidarse ante escribano público, los años son considerados siglos y en los encuentros se disculpa oficialmente a los oulipianos ausentes por muerte”.

En cuanto a sus propuestas, las más conocidas son: "la escritura lipogramática (en la que se omite una letra, como en La disparition), la poesía combinatoria (cuyo lúdico exponente es Cien mil millones de poemas de Queneau, 10 sonetos de 14 versos intercambiables y que riman entre sí con los que el lector puede armar 100.000.000.000.000 poemas) o el método S+7 (sustituir una palabra por la séptima que le sigue en un diccionario o léxico) constituyen herramientas típicamente oulipianas”, informa Mattio. Está, por definirse, la influencia que este movimiento ha ejercido —y ejerce— sobre la literatura contemporánea. Existe una antología exhaustiva, Oulipo, Ejercicios de Literatura Potencial, que reúneen español la historia y los mejores trabajos del grupo.

Hervé Le Tellier, el autor de La anomalía, la novela con la que ganó el premio Goncourt 2020, es miembro desde 1992 de Oulipo. Cito y destacado esta ligazón para tratar de comprender la gran imaginación y el sorprendente ingenio desplegado en la construcción y escritura de esta novela. No digo que ser miembro de Oulipo le haya garantizado ser un magnífico creador, sino que trato de establecer los propósitos estéticos, creativos y lúdicos de su creación a partir de los postulados de este movimiento.

¿Cuáles son las formas literarias y las creaciones novedosas que despliega este novelista en La anomalía? Para empezar, revitaliza el thriller, la ciencia ficción y el relato de aventuras a través de una narración fragmentada y centrada en la vida de diez de los doscientos cuarenta y tres pasajeros de un avión procedente de París que, luego de atravesar una tormenta, aterriza en Nueva York dos veces en fechas distintas, con la misma tripulación y el mismo número de vuelo. Resolver esta anomalía de la realidad, desencadena una crisis política, informativa y científica que los gobiernos involucrados no saben muy bien cómo enfrentar.

Cuando digo que el autor revitaliza el thriller, la ciencia ficción y el relato de aventuras me refiero a que no solo construye un relato con los ingredientes de las tres especies mencionadas (trama emocionante con dosis de crimen y misterio; acción centrada en ejes espacio-temporales imaginarios o dudosos, así como especulaciones científicas en torno a la causa del hecho central del relato; y personajes intrépidos y valientes  que emprenden acciones y viajes que los enfrentan a destinos difíciles y desconocidos), sino que lo hace de un modo heterodoxo: los salpica de grandes dosis de humor e irreverencia, los acerca a la realidad más inmediata (la historia ocurre en el 2021 y hay referencias, entre otras cosas a la pandemia de la COVID 19) y despliega la intriga a través de una trama donde lo imposible —anómalo, irreal, sobrenatural, como quiera llamarse— es presentado con naturalidad, sin énfasis dramático.

Poco a poco, mediante un habilidoso despliegue de tensión y progresión narrativa la trama urdida a partir de un acontecimiento imposible —un Boeing 787 de Air France ha aterrizado dos veces en un mismo aeropuerto— nos envuelve en su lógica. En la primera parte, Tan negro como el cielo, se cuenta la vida de un puñado de pasajeros tras el incidente, cuando el FBI va en su busca; en la segunda, La vida es sueño, mediante extractos de interrogatorios, una nota de prensa y un relato casi neutral se narra qué sucedió en verdad y cuáles podrían ser las explicaciones científicas sobre el fenómeno; en tanto en la tercera parte, La canción de la nada, los protagonistas se enfrentan cara a cara con la verdad: todos tienen que compartir su vida con un doble y enfrentar un porvenir complejo y, en algunos casos, trágico.

Esta novela es brillante por muchas razones, pero lo es por dos en particular: por la forma en que organiza la intriga de un tema tan difícil (no se trata de un relato lineal desde luego) y por la verosimilitud de la historia a través de la incorporación de una serie de detalles a través de descripciones, documentos y diálogos fluidos.

 



 


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