Si la escritura permitió la democratización de la cultura, la sociedad de la información ha cambiado nuestra manera relacionarnos y, sobre todo, ha convertido a la comunicación en un valor intangible para las sociedades modernas.
A comienzos del siglo XX cuando se empieza a hablar de “medios de comunicación” para referirse a las instituciones, empresas, sistemas o instrumentos tecnológicos cuyo principal objetivo es trasmitir información, y a partir de la segunda mitad de este mismo siglo de “revolución de las comunicaciones”; es decir, de la influencia que estos medios y sus tecnologías ejercen sobre la vida social. La primera gran revolución de la humanidad fue la escritura. A esta le siguió en importancia la imprenta, que al igual que la primera hizo posible la acumulación de conocimiento, la democratización del libro, la lectura masiva y la aparición de los periódicos que, a su vez, dieron nacimiento al concepto de “público” y “opinión pública”. Tras la “revolución de la imprenta”, la humanidad viviría quinientos años después la llamada “revolución de la información”, en la que estamos inmersos. Marshall McLuhan llamó hace más de 40 años a este fenómeno “aldea global”, cuyo eje central fue la invención de las computadoras portátiles.
Es verdad que las ciencias y técnicas de la comunicación tienen antecedentes muy remotos, sin embargo la formación universitaria en este campo es relativamente reciente. Primero aparece ligada al campo del periodismo (la más antigua de todas las profesiones ligadas a las Comunicaciones), de ahí que los primeros centros de enseñanza sean escuelas de periodismo (siglo XIX). Más tarde, con la aparición de la comunicación social (década del 70 siglo XX), se constituyen las facultades de ciencias de la información y poco después (a fines del siglo XX) las facultades de ciencias de la comunicación, lo cual prueba el enorme poder de adaptación de estos centros a los distintos modelos de sociedad.
Hasta hace poco tiempo, las ciencias y técnicas de la comunicación estaban delimitadas en tres campos: el periodismo, la publicidad y las relaciones públicas. Debido al desarrollo vertiginoso de las tecnologías de la información (TIC), esas tres primeras disciplinas comparten ahora el espacio con la comunicación audiovisual y, más recientemente, con la comunicación corporativa, una nueva corriente que impulsa el desarrollo de estrategias para fortalecer la imagen de un institución o empresa frente a públicos internos y externos. Paralelamente estos campos aparecen ligados en muchos centros de enseñanza con las artes escénicas, musicales y visuales.
Profundos cambios asociados a las tecnologías de la comunicación digital, la expansión de internet y la globalización han cambiado la orientación de las Comunicaciones. Hemos saltado, en poco tiempo, de la revolución de Gutenberg a la revolución de las tecnologías de la información. Esta aceleración del desarrollo, según Antonio Gago, es más visible si hacemos un ejercicio de imaginación. Consideremos que toda la historia de la humanidad se puede condensar en 30 días pues. Pues bien: a la era pretecnológica le corresponderían 29 días y 22 horas; a la civilización agraria una hora, 28 minutos y 30 segundos; a la civilización industrial un minuto y 16 segundos; y a la sociedad de la información únicamente ¡14 segundos! A esta aceleración es a la que deben responder con rapidez, eficiencia e imaginación los procesos de enseñanza-aprendizaje que se desarrollan en las facultades de comunicación de todas partes del mundo.
El desarrollo en materia de comunicaciones es de índole predominantemente tecnológica. En este proceso convergen viejas y nuevas tecnologías. En el lado de las primeras están, por ejemplo, la escritura como el sistema más acabado del pensamiento; y en el lado de las segundas, están el hipertexto, los blogs, la digitalización de los periódicos, el diseño gráfico por computadora, la publicidad interactiva y el imperio de la multimedia.
El impacto más grande, no obstante, se refleja en las audiencias, más numerosa que nunca, y dentro de las cuales hay que identificar grupos y tendencias. Un fenómeno muy visible es, por ejemplo, la forma en que las nuevas tecnologías influyen sobre la práctica del periodismo. El concepto “ciclo de noticias de 24 horas” ha sido remplazado parcialmente por el de periodismo instantáneo o “información actualizada”. Por esta razón, así como los medios y las herramientas tecnológicas se adaptan al cambio, así también – y a la misma velocidad – deben adaptarse los conocimientos que se imparten en las universidades.
En el Perú las facultades de ciencias de la comunicación tienen una antigüedad no mayor a 35 años en las que estudian unos 20 mil jóvenes anualmente en todo el territorio nacional. La ventaja para estos es que se trata de una profesión muy versátil, con un gran abanico de especialidades. Urge, a la luz los cambios tecnológicos, comunicadores buenos para redactar, para manejar cámaras digitalizadas, para organizar eventos y protocolos, para idear piezas y campañas publicitarias, para manejar software complejos, para gerenciar empresas cada vez más dependientes de las comunicaciones. Por si fuera poco se necesitará además comunicadores emprendedores, creativos, con sentido común, con conocimiento del mercado donde van a laborar y, sobre todo, con una gran vocación por el respeto y cumplimiento de los principios éticos.