La aventura infinita
Un libro sobre la historia de los libros, un relato sobre el artefacto que condensó la infinitud del conocimiento, un viaje de más de tres mil años sobre un objeto mágico o un ensayo sobre las virtudes y los peligros de una creación que ha salvado a la humanidad de la ignorancia. El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo es todo esto y más, mucho más: un libro seductor y maravilloso a la vez.
Desde mi infancia, los libros han ejercido una gran seducción sobre mí. Ellos me han acompañado en los momentos oscuros y luminosos de mi vida, de todos los cuales creo haber salido siempre bien recompensado gracias a lo que ellos son: una invalorable compañía y una fuente misteriosa de conocimiento.
Los libros tienen como un soplo de vida que los lectores descubren apenas posan sus ojos en ellos. No importa si este soplo de vida encarna en un cuerpo de pasta dura, blanda o de bolsillo. Lo importante es encarnar. Lo que los lectores hacen es simplemente conectarse con ese soplo de vida que llamamos, según sea el caso, mensaje, cultura, conocimiento, sabiduría.
Nuestro primer contacto con ellos es el asombro frente a su poderío. Los pueblos ágrafos fueron conscientes de esto, así lo resume el escritor mozambiqueño Mia Couto en un hermoso texto: «Parecen dibujos, / pero dentro de las letras están las voces,/ Cada página es una caja infinita de voces». Son esas voces que proceden de criaturas desconocidas y remotas las que todos los lectores solitarios rápidamente identificamos y luego escuchamos y amamos con devoción.
El libro es un objeto benefactor y, al mismo tiempo, un arma peligrosa. Nos lo cuenta Irene Vallejo en un libro sobre la historia de los libros: El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. En realidad, se trata de una crónica de viajes en la que navega durante más tres mil años por las aguas procelosas de la realidad y la imaginación. Empieza en el origen de este artefacto maravilloso que no sabemos exactamente quién lo inventó, continúa a lo largo de una serie de momentos estelares y oscuros de la humanidad y culmina en nuestro tiempo, el de la era del e-book, en el que el libro sigue siendo lo que dijo Umberto Eco que era: un invento insuperable como la cuchara o la rueda.
El título es misterioso, pero no lo es tanto si desmontamos la metáfora: el papiro, que es un tipo de junco, fue utilizado por primera vez por los egipcios, gracias a una ingeniosa preparación, como un soporte de los manuscritos de la antigüedad (es en realidad el heredero de las tablillas sumerias y el antecedente del papel moderno). Este soporte, pese a sus limitaciones físicas y tecnológicas, acogió, debido a la escritura y a sus voces recónditas, algo que no que no tiene límite, que es imperecedero y que no se puede atrapar en la cárcel de la temporalidad debido a la imaginación del autor y el lector: el conocimiento.
El libro está dividido en dos partes. En la primera, Grecia imagina el futuro, Irene Vallejo relata la importancia del libro para los griegos y para Alejandría, uno de los faros del mundo antiguo, donde Ptolomeo, heredero de Alejandro, se mantuvo en el poder a sangre y fuego y mandó a construir un museo y una biblioteca, la más famosa de la historia, en la que reunió a los sabios y científicos más reputados del mundo antiguo, y en la que guardó las obras más importantes escritas en griego y en otras lenguas. Paralelamente, su obsesión por enriquecer la biblioteca y convertirla en la más preciada de la tierra lo empujó a ordenar actos desmesurados. Demetrio El Falero, el director de la Biblioteca, enviaba, por órdenes expresas de Ptolomeo, a agentes por todos los confines del mundo conocido con la misión de comprar, prestar para copiar, robar, arrebatar o requisar cualquier rollo de papiro escrito en griego.
La autora llama a esa etapa del mundo antiguo ‘primitiva globalización’ o helenismo. Su relato es ameno, erudito y está salpicado de reflexiones personales. Tras el origen del libro, la fundación del museo y la biblioteca nos relata la importancia de Homero para la educación de los griegos, el descubrimiento de la piel de cabras y corderos como soporte para la escritura y la elaboración de pergaminos y códices, la revolución del alfabeto, la oralidad, las bibliotecas ambulantes, las mujeres lectoras, la inmensa peligrosidad de los libros humorísticos, las tres destrucciones de la Biblioteca de Alejandría y la función de los botes salvavidas: los monjes que se dedicaron a copiar en los monasterios medievales los libros antiguos, salvándo así al saber de la locura de tiranos pirómanos e ignorantes.
En la segunda parte, Los caminos de Roma, se ocupa del fin de la civilización de raigambre griega y nos presenta la suerte del libro en Roma, el oficio de librero, los esclavos copistas, los escritores pobres y los lectores ricos, el nacimiento del libro de páginas, las bibliotecas públicas, la suerte de Ovidio y Marcial frente a la censura, el estatus del libro clásico, las voces femeninas y el canon libresco. No son estos todos los temas que aparecen en ambas partes del libro, pero sí los que más me han seducido.
El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo es, con toda seguridad, una de las aventuras más fascinantes de mi experiencia como lector. Una aventura, en suma, que usted, amable lector, no debe perderse.