Para llegar al placer de la lectura hace falta comodidad, un libro adecuado, un tiempo propicio, algo o alguien que nos guíe, una pizca de silencio y, sobre todo, mucho amor por el conocimiento.
¿Cómo acercarse a la lectura y a un autor? ¿Hay que ir directo a los libros o hay elegir los que más convienen a nuestros intereses? ¿Y cómo los voy a leer: de pie, parado, de costado o a vuelapluma, en silencio o en voz alta? Todos son factores que gran influencia en nuestra identidad como lectores. Pero primero lo primero. ¿Qué es la lectura y cuál es su alcance?
La lectura es in duda un vicio, un vicio perfectamente compatible con la pereza y con la audacia que otros vicios requieren, dice Antonio Muñoz Molina. ¿Y cómo se lee mejor físicamente un libro? La respuesta depende, creo, de si somos lectores verticalesu horizontales. Los primeros suelen leer de pie o sentados; los segundos, buscan el reposo del cuerpo en una cama, un sillón y hasta en el suelo. En ambos casos hay placer.
Luego que hemos resuelto el problema de la comodidad física para obtener la comodidad mental viene otro asunto más difícil: qué libros elegimos y en qué momento de nuestras vidas. “Un lector es también el que lee mal, distorsiona, percibe confusamente. En la clínica del arte de leer no siempre el que tiene mejor vista lee mejor”, afirma Ricardo Piglia en su libro El último lector. Por esta razón, para evitar el extravío temprano de los lectores se necesita de los guías, de los libros adecuados y de los momentos precisos para meterles diente.
La comodidad mental de un lector depende también de cómo realizamos nuestra lectura: ¿En voz alta o en silencio? ¿Cuál es la diferencia entre estas dos formas der leer? ¿Es una (en silencio) realmente superior a la otra (en voz alta)? Para algunos, leer en voz alta es un síntoma de atraso o involución, mientras que para otros, caso los poetas, es una forma de percibir mejor el tono, el ritmo y la música de las palabras.
Al comienzo de las sociedades humanas, la costumbre era leer libros en voz alta (ahora, si es un acto privado, esto es considerado un síntoma de atraso). Lo curioso es que la escritura hecha sobre papiros, y más tarde sobre pergaminos y códices, no separaba palabras ni distinguía el uso de mayúsculas y minúsculas, ni menos tomaba en cuenta las reglas de puntuación. La lectura silenciosa es más tardía. Se popularizó recién a partir del siglo X d.C. San Agustín refiere en sus famosas Confesionesque en el año 383 visitó al célebre obispo San Ambrosio y se sorprendió de que este nunca leyera en voz alta, que era lo ordinario
Aprender a leer le ha costado a la humanidad mucho esfuerzo y mucho tiempo para que algunos antropófagos desdeñen este proceso mental como lo desdeña ahora. La historia de la lectura es una historia de tesoros, de acumulaciones, de viajes interminables, de revelaciones y de placer constante que tienen una edad de más o menos seis mil años. El amor por la lectura es el resultado de una experiencia que puede ser maravillosa si elegimos el libro preciso, el momento oportuno, el autor ideal, la postura física más placentera, la modalidad afín y, sobre todo, si logramos conectarnos con el sentido de lo escrito y el sinsentido de los afectos.