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Césares del exilio

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César Vallejo y César Moro representan dos formas contrapuestas de asumir la literatura y de integrarse a una cultura, en este caso la francesa.
César Vallejo era 11 años mayor que Moro (el primero nació en 1892 y el segundo en 1903), sin embargo los dos crecieron bajo el mismo influjo cultural. Ambos publicaron en la revista Amauta, ambos leyeron a Eguren, a los simbolistas, a los postmodernistas y a los vanguardistas.
Hoy sabemos que a principio del siglo XX, César Vallejo y sus amigos escritores de Trujillo leían a Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé; además de Rubén Darío y otros modernistas y posmodernistas. Orrego y Haya habían sido educados por curas franceses en el colegio Seminario y es de suponer que conocían el idioma y la literatura francesas. ¿Leyó Moro lo mismo? Yo supongo que sí, aunque desde otro punto de vista. Moro estaba más seducido por el espíritu de la vanguardia. Recordemos que el nombre artístico que asumió desde 1923 lo extrajo de una de las obras del vanguardista español Ramón Gómez de la Serna.
En el itinerario creador de estos grandes poeta peruanos hay, sin embargo, muchas  diferencias. Moro pertenece de una vertiente de la poesía peruana que viene de José María Eguren (el creador de la poesía moderna en el Perú) y es hasta cierto punto purista y concentrada en sí misma. Vallejo, en cambio, inaugura una vertiente que se abre hacia lo colectivo y el drama humano. Durante ocho años, entre 1925 y 1933, ellos vivieron en París, sin embargo nunca coincidieron. ¿Tuvieron noticias uno del otro? Yo sospecho que no quisieron coincidir debido a tenían intereses ideológicos y artísticos disímiles.
Gracias a la publicación de las cartas que su cruzaron Emilio Adolfo Westphalen y José María Arguedas, íntimo amigo de Moro y compañero de aventuras contestatarias, hoy se sabe que los «surrealistas» peruanos no estimaban la poesía de César Vallejo. «En Trilce se siente una falla, un fracaso (…) Hasta ahora nadie nos ha explicado obedeciendo a qué propósitos, influido por cuáles motivos subjetivos y objetivos, por cuáles ejemplos, Vallejo escribió Trilce. ¿No es sintomática la ninguna influencia que ha tenido en las manifestaciones posteriores de la poesía castellana?», le dice Westphalen a Arguedas.
En Europa, alrededor de 1925, Moro entra en contacto con los surrealistas y cuatro años después publica en la revista El surrealismo al servicio de la revolución (1933). Continuará con esta filiación artística en su estadía en México. En realidad, nunca abdicará del surrealismo. Moro fue, artística y programáticamente, un surrealista. César Vallejo, si seguimos la línea de su pensamiento en su crónica Autopsia del surrealismo, estaba más bien convencido de que el surrealismo era una impostura de la vida, una escuela pasajera y una farsa de tintes anarquistas.
El exilio de Moro fue radical, a tal punto que escribió el 90% de su obra en francés. Esta extrañeza se explica, por una parte, en su deseo de guardar en la máxima reserva posible su vida íntima; y por otra, en usar el francés como un medio idóneo para su propuesta estética. César Vallejo vivió también un exilio radical. Es más, nunca volvió al Perú. Pero él no renunció al español por razones personales o culturales, sino que lo sometió a un destripamiento, a una reinvención para que lograra expresar lo que el quería. Moro le dio en cierta forma la espalda al español como vehículo de expresión poética; Vallejo más bien lo destruyó para volver a armarlo en mejores condiciones.
En la época en que escribieron Vallejo y Moro, el francés era el lenguaje de los diplomáticos y la lingua franca de los artistas Llegar a París era, asimismo, la meta soñada por un poeta. En ambos casos existía, como sostiene Marco Martos, el convencimiento de que un solo eje lingüístico era insuficiente para conocer la cultura mundial. No sé hasta qué punto Moro dominaba el francés, pero lo cierto es que escribió todas obras en ese idioma, salvo La tortuga ecuestre. Vallejo, por su parte admiraba hasta donde sé la lengua de Verlaine y Rimbaud.
Quizás César Moro se aproximó más a la cultura francesa que César Vallejo, no obstante ninguno de los dos logró integrarse totalmente a ella. Ambos crearon sus obras desde la periferia. Moro no fue nunca parte del cogollo del surrealismo ni Vallejo estuvo entre los intelectuales marxistas con más poder y prestigio, lo cual no mella en nada su extraordinaria poesía.
En Francia, César Vallejo conoció, analizó y le tomó el pulso a la cultura mundial. Sus crónicas escritas entre 1923 y 1937 se publicaron en muchos medios importantes en el Perú. Y, sobre todo, allí Vallejo conoció mejor al Perú, con el que mantuvo siempre una relación amor-odio. Estoy convencido que sin Francia y su cultura su poesía sería otra. En el caso de César Moro, Francia le dio el surrealismo, que él abrazo con la fe del fanático y la firmeza de un rebelde. Digamos que Moro amó el primer surrealismo, el de la contestación pura, el del anarquismo ingenuo. También en su caso es imposible imaginar su poesía en un marco que no sea el del surrealismo.

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