Doscientos años antes del surgimiento del Nuevo Periodismo Norteamericano y cien años antes de que A sangre fría se convirtiera en la biblia de la no ficción, en Europa e Hispanoamérica ya se hacía periodismo narrativo.
A finales de los años 60, las herramientas periodísticas, los procedimientos narrativos y los recursos con que se realizaba el periodismo dieron un vuelco de 360° debido a dos razones: eran insuficientes para conectarse con el lector e inútiles para captar la revolución socio-cultural que vivía el mundo.
Esto ocurrió especialmente en Estados Unidos y la generación involucrada en ese cambio de giro del periodismo estaba liderada por escritores y periodistas, la mayor parte de los cuales llegaría a tener una gran importancia para la historia del periodismo y la literatura: Tom Wolfe, Gay Talese, Hunter S. Thompson, Joan Didion, Truman Capote, Norman Mailer, entre otros. La generación subsiguiente, la que recibió la influencia de estos, fue llamada por Robert Boynton los nuevos nuevos periodistas.
¿Pero qué de nuevo tenían realmente esos periodistas y escritores de los años 60 y los textos que estos escribían? ¿Fue realmente esa generación la creadora de una nueva manera de contar los hechos reales? ¿Hay un antes y un después del periodismo narrativo a partir del trabajo que ellos realizaron? Hasta hace muy poco se creía que sí y, sobre todo, se desconocía qué es lo que realmente había ocurrido en otras partes del mundo, en América Latina, por ejemplo, respecto a este tema.
Para empezar, antes de que Tom Wolfe diera inició con ¡Pequeñas momias; la verdadera historia del rey del país de los muertos vivientes en la calle 43! a un nuevo estilo de reportear y escribir y mucho antes de que Truman Capote publicara A sangre fría en 1966, ya el argentino Rodolfo Walsh había publicado en 1957 su novela no ficción Operación masacre en la que se hacía uso de las técnicas y procedimientos literarios para contar historias reales.
Susana Rotker ha demostrado con claridad y de manera contundente que la crónica en América Latina y el periodismo narrativo en general tiene su propia tradición que viene desde José Martí, Rubén Darío y Manuel Gutiérrez Nájera. A esta se suman luego postmodernistas y vanguardistas como César Vallejo y José Carlos Mariátegui y escritores argentinos notables como Robert Artl y otros más. Estos, como los nuevos periodistas norteamericanos, respondieron a los desafíos de una época y procuraron ser fieles a la realidad en la que vivían. Los mismo habían hecho en Europa Jonathan Swift en el siglo XVII y Charles Dickens y Jack London en el siglo XIX.
Curiosamente, las motivaciones que impulsaron a los periodistas hispanoamericanos de fines del siglo XIX y comienzos del XX a practicar la crónica son muy semejantes a las de sus pares norteamericanos: por un lado, los diarios y revistas se convirtieron en el escenario ideal para la confluencia de la literatura y el periodismo, de modo que los nuevos públicos pudieran conectarse con una nueva manera de leer e informarse; y por otro lado, eligieron a la crónica para practicar el periodismo no solo por su familiaridad con la literatura, sino también porque era la especie periodística en la que, al mismo tiempo, se podía ser libre y cuestionar los límites de la objetividad.