No se me ocurre nada mejor que una síntesis de las mejores lecturas que he tenido este año. No se trata de un recuento o un balance literario de libros publicados durante el 2016, sino solo de una lista de libros cuyas lecturas han sido las más significativas.
En mi lista, algunos libros son del 2016 y otros fueron publicados en años anteriores, pero todos leídos el años que se va. Iré de atrás hacia adelante; es decir, de los últimos hasta los primeros. Empezaré con el tomo uno de Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia, una joya, un manjar sobre los años de formación del escritor. Antes, mientras buscaba los diarios, leí El último lector, un conjunto de ensayos deliciosos en los que este autor argentino pretende desentrañar la naturaleza insondable del lector y la lectura.
Otro libro que me impresionó mucho es el la selección de relatos de Lucia Berlin, Manual para mujeres de la limpieza, una autora redescubierta y rodeada de un manto de misterio. “Una vida de película”, dicen los editores para incrementar el interés. Se trata de historias magistrales sobre la vida banal de la Norteamérica de los 70, aderezados con un humor punzante y un uso calculado de la melancolía.
Luego sigue Puerto cholo de Mario Puga, un gran autor olvidado que publicó en 1955 esta novela en la que recoge los grandes temas del realismo y las nuevas técnicas y procedimientos que transformaron después nuestra tradición narrativa. Publicada por primera vez en el 2008, La iluminación de Katzuo Nakamatsu de Augusto Higa, fue otra de las lectura gratas. Una novela que se lee con deleite y asombro. El lenguaje de esta novela corta es magistral, limpio, con mucha plasticidad. En su relato abundan los adjetivos, pero su utilización nunca se torna incómoda.
Un libro que despertó mi admiración fue también Lacrónica en el que su autor, Martín Caparrós, interpola las mejores crónicas y perfiles que ha escrito a lo largo de su extensa labor periodística con ensayos en torno al periodismo narrativo, en uno de los cuales hace un defensa brillante sobre la subjetividad y el uso de la primera persona.
El espacio no alcanza para incluir todos los libros que quisiera, sin embargo destaco dos novelas. Una, Pieza única del serbio Milorad Pavić, una “novela delta” que nos introduce en los laberintos del sueño y la fugacidad del tiempo a través de una serie de asesinatos sin resolver. En esta novela de Pavić: se pueden apreciar los dos ejes que sostienen su obra narrativa: por un lado, su idea de que la vida de los seres humanos está hecha de un presente fugaz, pasajero, una suma deleznable entre la eternidad y el tiempo; y, por otro, su profunda preocupación por el destino y calidad de los lectores.Pavić: es, probablemente, uno de los autores posmodernos que más ha buscado su complicidad
Y la segunda es El Mago del inglés Jhon Fowles, una de las novelas más extraordinarias de nuestro tiempo, fluctúa entre la preocupación por los temas filosóficos y la seducción del lector mediante las armas de la fabulación, el enigma y la aventura amorosa. Me costó mucho trabajo digerir sus cientos de páginas, no porque sea difícil de leer, sino porque cuesta dejar sus páginas cada cierto tiempo. Una historia de iniciación como ninguna, magistral, con registros diversos y envolventes que nos seducen con gran eficacia.