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Una muestra del universo Murakami

Tokio blues no es solo una de las grandes novelas de Murakami, sino también una muestra notable de la maestría de su autor, un narrador de prestigio y de grandes ventas a la vez.
Haruki Murakami es un novelista de éxito, nadie lo duda ahora. Y esto ocurre, en principio, gracias al cuidadoso entramado de sus narraciones y a su facilidad para convertir temas corrientes en profundos, lo que no es poca cosa. Los críticos dicen, además, que este escritor japonés ha llegado lejos gracias a escribe historias en un japonés de “tono traductor”; es decir, estándar o neutral que facilita su traslación a otras lenguas como el inglés o español.
Una de los libros que catapultó a Murakami al mundo occidental es Tokio blues, una novela realista que se estructura en base a la narración escénica donde los diálogos son fluidos y verosímiles. Otro acierto es la apretada descripción de escenarios, paisajes y figuras humanas, de modo que el lector se ve involucrado directamente en las acciones narrativas.
En realidad se trata de un melodrama  hábilmente tejido: Toru Watanabe es amigo de Naoko y Kisuki, quienes son novios desde la infancia. Los tres forman una comunidad inseparable hasta que el suicidio de Kisuki termina por separarlos.  Toru y Naoko (ambos están próximos a cumplir veinte años) viajan por separado  de la provincia a Tokio para estudiar en la universidad y se reencuentran. Entre ellos se inicia una relación amorosa ambigua y compleja.  Toru conoce y Midori y se involucra con ella sin llegar al fondo, por temor a perder a Naoko. Esta, que no ha podido superar la muerte de Kisuki y su propia depresión, se ahorca, pese a la valiosa ayuda que recibe de Reiku y Taru, quien presa de dolor huye de Tokio y viaja como un vagabundo por algunos lugares del Japón hasta que regresa a Tokio para pedirle a Midori que se quede con él.  Todos estos personajes buscan el sentido de la existencia,  el equilibrio entre la esperanza y las posibilidades que ofrece el mundo sin lograrlo nunca.
Murakami muestra gran destreza en la construcción de los personajes. Curiosamente los femeninos son los más logrados. Veamos. Toru Watanabe: contradictorio, nostálgico, enamoradizo, busca el sentido de la vida y la búsqueda de la verdad en el amor; Naoko: débil, depresiva, víctima de sí misma y de las circunstancias del amor, carece de voluntad férrea; Midori: locuaz, sensual, impulsiva, tiene necesidad de amar y ser amada; Kizuki: un personaje similar a Naoko, alguien que necesita de los demás para vivir y enfrenta con muy pocas posibilidades de éxito las situaciones límites de la vida.
Pero así como algunos ven en los personajes femeninos un punto a favor, otros ven en ellos un punto en contra debido a que consideran que son seres humanos resignados al dolor e incapaces de luchar contra el daño que les causan los personajes masculinos; incluso estas aparecen, por momentos, como ingenuas, infantiles y caprichosas.
La novela incluye  mudas temporales (saltos hacia atrás, pausas) y avanza en forma de recuerdos, descripciones, y reflexiones. Está contada por un narrador protagonista (“Yo tenía entonces treinta y siete años y me encontraba a bordo de un Boieng 747…”) con un tono suave y conciso. En suma, una novela notable para ingresar en el universo Murakami.



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