La ficción, según el diccionario, es una invención, una cosa fingida, irreal. ¿Por qué y para qué existe? ¿Cuál es papel que esta ha jugado en las historia de la humanidad?
Siempre se ha creído que la ficción existe porque satisface la necesidad de creer de los individuos. Ella existe, dice la novelista Eugenio Rico, para colmar los sueños de las sociedades. Al parecer, la mente humana no puede soportar la realidad sin los sueños.
En su libro De animales a dioses: Breve historias de la humanidad, Yuval Noah Harari se pregunta cuál es la razón por la que el Homo Sapiens consiguió cruzar el umbral crítico de las organizaciones humanas compuestas por más de 150 individuos; es decir, cómo consiguió vivir en comunidades jerárquicamente organizadas. Su respuesta es que utilizó la ficción como vehículo unificador.
Harari sostiene que toda cooperación humana a gran escala se sostiene sobre la base de mitos comunes y los mitos comunes son ficción. Así, las iglesias, los estados, los sistemas judiciales o la publicidad, por poner solo algunos ejemplos, se basan en mitos comunes, de otro modo no se entiende el éxito de ideas como que Dios se materializó en un hombre y consintió en ser crucificado con la finalidad de salvar a la humanidad del pecado, que la raza aria es superior y por lo tanto debe someter al resto de una humanidad impura, que todos los hombres son iguales ante la ley y que Coca Cola es la chispa de la vida. Todos, mitos cuyo objetivo de mantener cohesionados (y, de paso, engañados, a grandes conglomerados humanos).
En realidad, ninguna de las realidades a las que se refieren los mitos existen; todas son invenciones, productos de la imaginación y, sin embargo, se utilizan para que los seres humanos cooperen de manera efectiva con poderes políticos, económicos o ideológicos. “A diferencia de la mentira, una realidad imaginada es algo en lo que todos creen y, mientras esta creencia común persista, la realidad imaginada ejerce una gran fuerza en el mundo”, afirma Harari. Los mitos se sostienen sobre mentiras que, a su vez, crean órdenes imaginados o constructos sociales en los que la mayoría de la gente basa su accionar diario, de ellos se alimentan los poderes de manera repetitiva. De ahí el valor y la importancia del concepto “derribar un mito”, cosa por lo demás muy difícil de realizar.
Aunque la religión, el nazismo, los derechos humanos y la felicidad que inspira la Coca Cola son invenciones de nuestra imaginación, los seguidores de las religiones creen sinceramente que Dios creó el universo, los partidarios de Hitler que la raza aria es superior, los activistas de los derechos humanos que todos somos iguales ante la ley y los bebedores de Coca Cola que esta es realmente la chispa de la vida.
Cuando los mitos pierden vigencia o se debilitan se vuelve una necesidad cambiarlos con un único propósito: que los creyentes sigan cooperando en favor de algún poder. Harari cita algunos ejemplos de esto: en 1789, los franceses pasaron del mito del derecho divino de los reyes al mito de la soberanía de los pueblos; en 1988 los alemanes pasaron del mito de la Alemania comunista igualitaria al mito de la Alemania democrática y reunificada, y así por el estilo.
Lo cierto es que sin las ficciones, los poderes y las sociedades humanas serían imposibles.
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Ilustración: Tomada de http://expansion.mx/tecnologia/2012/11/19/la-ciencia-y-la-ficcion-colaboran-para-unir-la-realidad-y-fantasia