Un informe científico demostraría que el cerebro no distingue claramente entre leer ficción y vivir la vida real; es decir, confirmaría que la literatura no es solo verosímil, sino real.
El hombre es mente y cuerpo y, como tal, enfrenta situaciones inesperadas. Ante a un estímulo externo como el amor, por ejemplo, el cerebro envía mensajes electroquímicos mediante el sistema nervioso y mensajes hormonales a través del sistema circulatorio, lo cual quiere decir que nos enamoramos con el corazón y con el cerebro. Cuando uno está enamorado, el corazón se acelera, la dopamina crea sentimientos de euforia, aumenta el flujo sanguíneo, el corazón late más rápido, tenemos mariposas en el estómago y un estado emocional muy parecido a la locura.
En otros casos, frente a una situación de peligro el corazón bombea sangre a mayor velocidad para irrigar mejor nuestro organismo, los pelos se erizan, la sangre disminuye en la piel y las vísceras y abunda en los músculos y los párpados y las pupilas se abren en toda sus extensión para ver mejor.
Si se trata de frío, la piel se nos pone como la de la gallina con la finalidad de enfrentar el descenso de la temperatura; y se trata de calor, sudamos con el objetivo de que nuestro cuerpo se refrigere. Cuando hay miedo, entre otras cosas, el corazón trabajas más rápido, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre, la actividad cerebral y la coagulación sanguínea, se dilatan las pupilas, la sangre fluye a los músculos de las piernas en mayor cantidad y el que padece miedo tiene taquicardia, temblores y sudoración abundante.
¿Y qué pasa con nuestro cerebro cuando leemos? Para entenderlo, dicen los científicos, hay que entender no solo a este sino también a nuestra mente. Por años, los estudios han estado centrados en el hecho de averiguar qué zonas del cerebro se activan y dónde se localizan determinadas funcionas de la mente. Hace poco, la BBC publicó información reveladora acerca de lo que le ocurre al cerebro y a la mente cuando leemos libros de ficción. La conclusión más relevante a la que llegó ese informe decía que «al leer la acciones de un personaje de ficción, en el cerebro se activan las zonas motoras como si uno realizara esa actividad».
Keith Oatley, profesor emérito de Psicología Cognitiva de la Universidad de Toronto, Canadá y Raymond Mar, doctor en psicología de la Universidad de York de ese mismo país, concluyeron que «el cerebro, al parecer, no distingue claramente entre leer sobre la experiencia de un personaje de ficción y vivir esa actividad en la vida real».
De acuerdo a estos hombres de ciencia, leer una detallada descripción sobre El Quijote o Madame Bovary, por ejemplo, puede hacernos poner en su lugar y casi experimentar las mismas sensaciones que estos personajes viven en su universo ficcional. «Aparentemente hay similitudes en la forma en que el cerebro reacciona a leer sobre algo y experimentarlo», explicó Mar.
Los narradores han buscado toda su vida enganchar a los lectores, hacer verosímiles sus historias (es decir, hacerles creer por un instante que lo que están viviendo es verdadero) y borrar las fronteras entre lo real y lo ficticio. Si todo lo que dice el informe de la BBC es cierto y se comprueba, la literatura habrá demostrado por qué es tan eficaz y por qué las drogas son nada frente a su poder alucinador.
-----------------
Ilustración: Tomada de http://sobremicerebro.blogspot.pe/2012/05/lectura-y-cerebro.html