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Pessoa: «Fingir es conocerse»

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En el mundo actual todos quieren que los reflectores de la fama y la celebridad les lleguen directamente; nadie aspira a ser nadie. El poeta portugués, Fernando Pessoa, nos enseñó, sin embargo, que desapegarnos de nuestras máscaras cotidianas es también una forma de alcanzar el autoconocimiento.
Todos queremos ser seres visibles, aparecer en la pantalla de la vida para conquistar, cariño, fama o celebridad. A la mayoría nos seduce ser alguien en el reparto y, a muy pocos, ser nadie. La causa del sufrimiento humano, según el budismo, es el apego a las cosas materiales y a los sentimientos negativos.
En este mundo de reflectores hay quienes, sin embargo, han decidido desaparecer o desapegarse de las ataduras que los mantienen unidos al mundo vulgar, a eso que comúnmente se llama éxito. Pero cultivar una vocación de renuncia y desapego no es cualquier cosa, requiere de una cierta preparación y conocimiento de uno mismo.
La búsqueda de sí mismo fue un tema central en la vida y la obra del portugués Fernando Pessoa.Él fue un radical en lo que se refiere a la imposibilidad del conocimiento por vías pedestres. Partía de la idea de que los seres humanos no eran seres unitarios sino plurales y practicó en su propio ser lo que llamó “drama en gente”, una especie de fenómeno de despersonalización que consistía en la creación de personalidades autónomas (heterónimos) creadas en la mente de un ser ortónimo (él mismo).
La otra idea central de su doctrina es el estado de fingimiento; es decir, “la simulación,  engaño o apariencia con que se intenta hacer 
que algo parezca distinto de lo que es”. Fernando Pessoa creyó siempre que somos seres enmascarados que desempeñamos diversos roles según la máscara que nos cubre el ser y que tenemos tantos antifaces como las vidas que vivimos. «Nadie me conoció bajo la máscara de la identidad ni supo nunca que era una máscara, porque nadie sabía que en este mundo hay enmascarados. Nadie supuso que junto a mí estuviera otro que, al fin, era yo. Siempre me juzgaron idéntico a mí», escribió Pessoa.
«Fingir es conocerse» es otro de sus pensamientos guía, pensamiento que luego desarrolló en unos versos con no menos rotundidad: «El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que en verdad siente». Pessoa intentó averiguar quién era a través de la multiplicación o desintegración de su personalidad y lo que halló, sin duda, fue un laberinto casi infinito en el que encontró más preguntas que verdades sin llegar nunca a descubrir quién era realmente.

El budismo —la única doctrina religiosa que no es una religión— plantea una liberación espiritual (el nirvana) a través de la moralidad, la meditación y la sabiduría. Mediante este camino que comprende ocho vías (conocimiento, actitud, discurso, acción, vida, esfuerzo, estado mental y concentración) se llega a la “extinción de los fuegos de todos los deseos y la absorción del yo en el infinito”; es  decir, al autoconocimiento. Fernando Pessoa conoció perfectamente esta doctrina, pero la que practicó fue la primera, la búsqueda de sí mismo a través del descubrimiento de múltiples personalidades dentro de sí. Si algún legado nos dejó este fue el de la liberación y el deseo de ser nadie, de desparecer en un mundo en el que todos se mueren por “ganarle a alguien” o “ser personas importantes”.

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