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La imparcialidad en el paredón

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Cuando un medio no practica la imparcialidad se convierte en un vehículo de propaganda donde la única verdad es la que quiere imponer a los demás. El periodismo es libertad informativa, pero también un servicio social.
Cada vez que entramos en la recta final de las elecciones se revelan nuestras crisis internas. Por un lado, debilidad de las instituciones e informalidad en los actos que vinculan al Estado con los ciudadanos; y por otro, banalización del discurso político y parcialización de los medios de comunicación con uno o varios candidatos.
Algunos medios de comunicación toman partido por una candidata o candidato sin distinguir muy bien los verdaderos objetivos  de la información, ni menos el daño que se le hace a la democracia. O quizás lo hacen por esto mismo: para aprovecharse del debilitamiento de esta y pescar a río revuelto. Hay excepciones, por supuesto.
Aunque no tengo estadísticas o pruebas semejantes para analizar de manera detallada la manera en que los medios de comunicación vienen informando sobre el proceso electoral peruano, no  necesito más que observar a simple vista para comprobar que la imparcialidad brilla por su ausencia.
No hubo imparcialidad cuando se colocó los reflectores sobre el candidato César Acuña y se dejó en la penumbra a los otros postulantes a la presidencia; tampoco la hubo con el candidato Julio Guzmán, a quien se le excluyó por los  mismos errores en que habían incurrido otros candidatos y fuerzas políticas. En este caso, la prensa no informó con el énfasis suficiente para denunciarlo. No digo que ambos no merecieran su exclusión, sino que se les trató con cierto sesgo.
No la hubo cuando “Sin medias tintas” entrevistó a Alan García con un panel a gusto del entrevistado.  Tampoco la hay ahora con la candidata Verónica Mendoza. Un canal de televisión difundió el supuesto informe de un perito (que luego se supo era solo una opinión) que demostraba que letra de ella estaba en las agendas de Nadine Heredia; dos diarios de gran tiraje publicaron sobre esto un mismo titular: “Ampay” (cosa muy poco probable cuando hay independencia); y el portal MSN anunció: “Retiran candidatura de Verónica Mendoza”, una falsedad a todas luces que luego tuvo que retirar del portal.
Javier Darío Restrepo sostiene que un medio tiene el derecho y el deber de expresar sus preferencias políticas en su página editorial. Si lo hace al revés; es decir, si utiliza la información como una manera de opinar «esto es completamente dañino para la democracia y para la credibilidad de los medios». Añade que un periódico «que sale con propaganda a favor de un candidato sólo sirve para envolver zapatos, no para hacer historia».
La verdad es que la información es lo más valioso que tiene un periodista para tener credibilidad y, sobre todo, para orientar a los ciudadanos, quienes necesitan de la información para hacerse una idea de la verdad y para pedirle cuentas al poder en el que van a depositar su confianza.
Todo indica que en los próximos días la imparcialidad seguirá cuesta abajo y que se seguirán borrando las fronteras entre información y opinión. ¿Qué hacer para impedirlo?
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Ilustración tomada de Mediación Global.



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