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El pasado y los nuevos electores

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Casi tres millones de electores votarán por primera vez en las elecciones del 2016 y ocho millones y medio eran niños y adolescentes cuando gobernaron Alan García y Alberto Fujimori. ¿Cuánto interviene el pasado en una elección?
 Según el padrón electoral de la RENIEC aprobado por el Jurado Nacional de Elecciones, 22´901,954 ciudadanos están aptos para participar en las elecciones generales del 2016. La mayor cantidad de votantes, según el mismo padrón del JNE, son jóvenes entre los 20 y los 24 años (2´973,041). Le sigue el grupo de 25 a 29 años (2´813,058) y el de 30 a 34 (2´641,812). Los votantes que  tienen entre 65 y 69 años suman 850,711 y los que tienen más de 70 años, 1´700,150.
Esto quiere decir que los que hoy tienen 20 y 24 años tenían entre 4 y 8 años en la época en que Fujimori fue a su re-reelección y se destaparon los escándalos de rapiña en su gobierno; los que están entre 25 a 29 años,  9 y 13 años; y los que están entre 30 a 34 años, 14 y 18 años.  Es decir, la mayoría de este inmenso bolsón de peruanos (8´427,911) vivía por entonces su niñez y adolescencia.
Hay 2´943,721 de electores peruanos que votarán por primera vez en las Elecciones Generales del 2016. Una gran cantidad de estos no habían nacido todavía cuando Fujimori quiso perpetuarse en el poder. La política peruana no es, desde luego, algo que un niño o un adolescente guarde en su mente y luego le dé sentido y significado según sus intereses. ¿Será por esta misma razón que somos tan tolerantes con la corrupción y tan pasivos frente a la traición de los políticos? ¿Tanto nos condicionan la niñez y la adolescencia para el desdén y la permeabilidad con el pasado?
 A quienes eran niños o adolescentes en la era García (la del horroroso primer gobierno) o en la era Fujimori no les podemos exigir, es cierto, que tengan un vínculo leal con el pasado. El problema es, creo, cómo leen y comprenden ahora ese pasado. Cuando digo “leen”, me refiero a la forma en que se informan sobre él. Los jóvenes de hace veinte años se enteraban de la realidad política y económica —si es que se enteraban— a través los diarios impresos, la televisión y la radio. Los de ahora lo hacen, fundamentalmente, a través de los medios digitales y las redes sociales. Su nivel de comprensión lectora, en un sentido general, es paupérrimo y ellos,  casi siempre, tienden a darle crédito a  cualquier fuente a la que accedan. La historia  se  les presenta de manera fragmentada y sin un ancla sensorial y afectiva.
Hoy por hoy, las redes sociales funcionan como medios de comunicación, formas de captación política y fotografías del presente. Esto lo saben muy bien los estrategas en comunicación de Verónica Mendoza, Julio Guzmán (ahora con graves problemas para su inscripción) y Alfredo Barnechea, quienes son los candidatos que mejor difunden su imagen y contenidos en los medios digitales. ¿Cuánto saben del pasado los receptores de los mensajes de estos políticos que estrenarán, en muchos casos, su capacidad de delegar su representación al nuevo presidente ya los vice-presidentes y congresistas? 


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