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El mundo cercano y distante de V.S. Naipaul

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“La mitad del trabajo de un escritor consiste en descubrir su tema”, dice V.S. Naipaul. Ocurre, sin embargo, que la mayoría de escritores busca incesantemente en lugares remotos y no se da cuenta ─o no quiere darse cuenta─ que lo tiene al alcance de la mano.
En el libro Momentos literarios, que es una especie de biografía intelectual de V. S. Naipaul, este escritor  plantea una serie de reflexiones en torno al placer de leer, el arte de la escritura y la identidad del escritor.
Sus reflexiones se levantan sobre la base de dos ideas fuerza: la tradición literaria y el valor del escritor para ser auténtico. Naipaul nació en la isla de Trinidad, en el seno de una familia de emigrantes hindúes que habían formado una especie de India aldeana e idílica en el país donde habían llegado en busca de un mejor porvenir.
De joven, este escritor sintió que carecía  de una “tradición literaria viva” y que no pertenecía, como Dickens o Conrad, a una sociedad organizada que usar como referente. También sentía, al mismo tiempo, que tener ambiciones literarias y ser de una colonia inglesa “era un tanto ridículo e insólito” y hasta torpe.
“[…] los grandes novelistas escribían sobre sociedades sumamente organizadas. Yo no tenía una sociedad así. No podía compartir los supuestos de los escritores, no veía mi mundo reflejado en el suyo”, escribe Naipaul. Por un lado, tenemos a una víctima del colonialismo intelectual de la época y, por otro, a un joven escritor carente del valor suficiente para escribir sobre su propio mundo. Con el paso de los años, gracias a su estadía en Inglaterra y sus viajes al exterior, su visión cambió y él empezó a librarse de la tradición metropolitana y a mirarse a sí mismo.
Cuando, tras una serie de dificultades y fracasos, adquirió conciencia de la historia de Trinidad, de su origen hindú y del objetivo personal que perseguía, se lanzó a escribir sin mayor temor que su propia capacidad. Lo primero que hizo fue utilizar en un relato el nombre de una calle de Puerto España donde vivía. Es decir, se apropió del mundo que tenía al alcance de la mano y que había estado esperándolo, con el cual, dicho sea de paso, podía tocar temas universales: “Y de repente un día, sumido en una depresión casi continua, empecé a ver cuál podría ser mi material: la calle de la ciudad de cuya vida mestiza nos habíamos distanciado, y la vida rural anterior, con los usos y costumbres de una India recordada. […] Casi al mismo tiempo surgieron el lenguaje, el tono, la voz de ese material. Parecía como si voz, forma y contenido se integraran unos en otros”.
Gracias a la investigación constante y el estudio, V. S. Naipaul fue descubriendo una tradición literaria que lo conectaba con Inglaterra y la India y, sobre todo, con el lugar donde había nacido: Trinidad. Para lograrlo, contó con la ayuda invalorable de su padre, un periodista que en sus ratos libres escribía relatos sobre la vida de los hindúes que vivían en esa isla. Esos relatos, según Naipaul, se convirtieron en un respaldo moral y sentimental, en un desencadenante del oficio que luego elegiría para vivir.

“La mitad del trabajo de un escritor consiste en descubrir su tema”, afirma en el Prólogo de una autobiografía. Tratándose de un escritor desplazado y casi sin tradición propia, esta idea cobra más sentido y valor.Ahora mismo pienso en las resonancias intelectuales y afectivas que esto tiene para los aspirantes a escritores que sienten, como Naipaul, que  viven en la periferia del mundo o que creen que no cuentan con una tradición literaria que respalde sus ambiciones. No hay más que mirar ─como miró él─ a la realidad que nos rodea y dar el paso con la valentía suficiente para integrar voz, forma y contenido.

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