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Un día sacado de la ficición

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¿Puede un pedazo de tiempo salido de la ficción volverse parte de la tradición viva de una ciudad? Existe y se celebra cada 16 de junio en Dublin en homenaje a Ulises de James Joyce.
 Es frecuente —y hasta cierto punto normal— que las historias de la vida real acaben convirtiéndose en historias literarias. Los hechos verdaderos son en este sentido la fuente nutricia del arte de la ficción. Así ocurre desde tiempos inmemoriales.
Lo infrecuente y raro es que los hechos literarios se salgan de las casillas de la imaginación para penetrar en la vida corriente. Es lo que ocurre con personajes como El Quijote, quien hace siglos abandonó el país de la fantasía para engrosar las filas de lo real.
El proceso mediante el cual lo cierto se convierte en literatura tiene que ver más con las intenciones de un escritor que con la materia misma de que están hechas las cosas. Tomemos el caso de La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, la cual narra las batallas ciertas que libraron los yagunzos (o campesinos) y los soldados brasileños que representaban al poder terrateniente. La novela parte de un hecho verdadero, pero gracias a la desbordante imaginación de Vargas Llosa se transmuta en materia literaria.
En el proceso inverso, los acontecimientos o personajes abstractos pasan a formar parte de la vida real gracias a que se apropian —por semejanza o contradicción— con los modelos reales. El caso más común es el de El Quijote, aunque el más extraño de todos es el Blomsday, un acontecimiento originado en la novela Ulises de James Joyce que ahora forma parte del folklore y el turismo de la mítica Dublín.
En Ulises, el 16 de junio de 1904 —un homenaje de Joyce a la fecha en que conoció al gran amor de su vida: Nora Barnacle— es el día en que transcurre toda la acción de la novela. Desde 1954, los dublineses y los turistas procuran comer y cenar lo mismo que los protagonistas o recorrer cada uno de los rincones a los que llegan el inasible Bloom y el joven Stephen Dedalusese famoso día de junio.
El argumento de Ulises, si es que se puede llamar argumento a lo siguiente, es más o menos así: Stephen Dedalus sale una vieja torre donde vive con unos amigos y se dirige a dar clases a un alumno rico y luego a errar por Dublin. En su trayecto recala en la Bibloteca Nacional. Mientras tanto, Leopoldo Bloom, agente de publicidad, sale de su casa para asistir a un funeral y realizar una gestión relacionada con su trabajo. Después se dedica a vagabundear por la ciudad.
Bloom llega a un hospital de maternidad para visitar a una vecina y allí, por casualidad, conoce a Stephen Dedalus al que, con ánimo paternal, acompaña hasta el barrio de los burdeles, pues teme que le ocurra algo malo, lo que en efecto ocurre: un soldado golpea al muchacho. Bloom lo lleva a su casa donde le ofrece una taza de cacao. Y así la vida continúa. Durante todas las acciones han pasado 18 horas (desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la madrugada) de la existencia de su protagonista.
Por moda, por cariño, por lealtad, por agradecimiento o por lo que sea, los que celebran el Bloomsday visitan lugares como laTorre Martello de Sandycove, la playa de Sandymount, Howth Head, Glasnevin y otros lugares o comen riñones fritos y gorgonzola o beben borgoña o se visten a la usanza de 1904 (o sea, reviven todo lo que existe y acontece en la novela). Bloomsdayen cierta forma ha trascendido el mero homenaje y el ritual para encarnar en parte de la vida dublinesa. Ese día se realizan también presentaciones de libros y homenaje a su autor favorito: Joyce.
No conozco de casos semejantes al Bloomsday. Ni siquiera los lisboetas que adoran a Fernando Pessoa tienen una celebración similar. Leo en algunos blogs que en España existe algo parecido con Valle-Inclán y «La noche de Max Estrella», que consiste en un recorrido nocturno por las calles   plazas, plazuelas y callejones de Madrid que pisan los personajes de su novela   Luces de Bohemia: Esperpento. En todo caso, este evento no tiene la trascendencia del afamado Bloomsday.
¿Cómo es que el episodio de una novela difícil de leer y hasta cierto punto impopular ha pasado a formar parte de la vida cotidiana de los dublineses? Esto no ha ocurrido en Perú ni con César Vallejo ni con Mario Vargas Llosa, a quienes se les suele rendir homenaje de manera menos viva e imaginativa. 

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