Una novela de Francisco Ángeles sobre la amistad, la paternidad el sexo y la imposibilidad de encontrarse a sí mismo revela a un autor con una propuesta novedosa y de alta calidad en la narrativa peruana última.
Desde el punto de vista de la crítica y de la repercusión en los medios de comunicación,con Austin, Texas 1979 sin duda le va muy bien a su autor: Francisco Ángeles. Su primera novela, La línea en medio del cielo, si bien tuvo una acogida favorable no alcanzó la repercusión que tiene ahora la segunda.
En los últimos quince años muchos narradores peruanos, sobre todo los que pertenecen a la generación de Ángeles, han usado como fuente literaria el conflicto interno que padeció el Perú en los años 80. Al autor de Austin, Texas 1979 esto le parece una hipocresía, puesto que significaría, según sus propias palabras, colocarse en una situación moral privilegiada e inauténtica. Él prefiere ser fiel a sus propios designios y demonios interiores; es decir, escribir desde su propia problemática.
El libro comienza cuando el protagonista, Pablo, adquiere un conejo para para regalarle a Emilia y termina con el sacrificio del animal. “¿Hay alguna clase de simbolización que hayas querido trasmitir con la muerte del conejo?”, le pregunté hace poco. Y él me respondió que no, que fue totalmente casual, aunque es consciente de que el sacrificio del conejo funciona como un desencadenante dramático en la historia de los protagonistas. Este tipo de escenas y episodios le dan precisamente a la historia un cariz hasta cierto punto extraño.
La novela está escrita en primera persona. Mantener la sintaxis, la semántica y la estructura del lenguaje en esta voz narrativa a lo largo de 130 páginas me imagino que no es nada fácil, puesto que se corre el riesgo saturar el discurso y la atmósfera que se va creando; cosa que jamás ocurre en la novela de Francisco Ángeles. Pero lo que a mí más me llama la atención es la manera en que el narrador enfatiza las frases que pronuncia. Por ejemplo: “Lo dije así, utilizando la palabra maravilla, quizá por primera vez en mi vida” le dice Pablo a Adriana. Esta estructura que destaca determinada significación de las palabras se repite a lo largo del libro. ¿Hasta qué punto los significados convencionales se convierten en un límite para la narración, para las intenciones del narrador? Para resolverlo, Ángeles usa a las palabras como fuentes de iluminación sobre el mundo sombrío que viven sus personajes.
Una de las cosas que más me gustan de la novela es la forma en que está organizado el relato. La narración resumen en primera persona está interpolada por fragmentos de diarios y anotaciones puestas para esclarecer las tres historias que la componen: la de Pablo, el narrador, un hombre de veintisiete años que acaba de separarse de Emilia, su mujer; la de la relación tormentosa y rara entre Pablo y Adriana, la hija del siquiatra al que acude Pablo para que lo ayuda a salir del hoyo en el que vive, siquiatra del cual, gracias a Adriana, Pablo conoce a fondo la vida siniestra que este ha llevado; y la de Pablo y su padre, quien le confiesa al hijo la historia de amor que vivió en Austin, Texas, en 1979. Los tres relatos se refieren a relaciones truncas, a lo que fue; pero solo el último convoca sentimientos más o menos puros sobre lo que pudo haber sido. El episodio de la confesión (el padre se enamora de una estudiante pero desiste, por cobardía o por santidad, de establecer una relación con ella) está puesto allí con el propósito de contrastar el fracaso y la frustración que agobia a los personajes a lo largo del libro.
La parte más rica de la novela usa como base filosófica una cita de Hannah Arendt sobre los tres tipos distintos de actividades que realizar el ser humano para sobrevivir: labor, trabajo y acción. Acción, según Arendt, es eso que existe en un momento de nuestras vidas en que podemos crear algo separado de lo que conocemos, algo nuevo y distinto y quizá renovador, y frente a esto tenemos solo dos opciones: decidirnos a crearlo o dejarlo pasar y seguir con nuestras vidas. El padre de Pablo invoca este argumento para justificar su decisión. Se trata de la parte más hermosa y enriquecedora de Austin, Texas 1979.