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Periodismo y literatura: encuentros y desencuentros

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El punto de encuentro entre periodismo y literatura es la técnica y el lenguaje; el punto de desencuentro: la forma en que ambas se aproximan a la realidad.
 Las relaciones entre periodismo y literatura son muy antiguas. Quienes practican ambas disciplinas están divididos respecto a las ventajas o desventajas que esto implica.
Unos, caso Ernest Hemingway, creen que el periodismo puede ser castrante para la literatura, pues desgasta el estilo. Otros, como Gabriel García Márquez, afirman más bien que el periodismo es un género de la literatura y, por lo mismo, no hay ninguna posibilidad de daño colateral.
Debemos añadir que Ernest Hemingway nunca dejó de practicar el periodismo; lo hizo hasta los últimos años de su vida; en cambio Gabriel García Márquez, un reportero y articulista nato, escribió para diarios y revistas hasta los años 80. Sí algo de periodismo escribió después, fue muy esporádicamente.
Existen muchas cosas  en común entre los dos; por ejemplo, las técnicas y procedimientos narrativos. Un periodista, tanto como un cuentista o novelista, está obligado a domina las persona narrativa, la construcción de los personajes, el manejo del tiempo, las rupturas espacio-temporales y todos los recursos dirigidos a mantener el interés del lector (el dato escondido, las mudas, las cajas chinas, etc.). Otro punto en común es el manejo correcto del lenguaje. Es inconcebible que  periodistas y escritores no  conozcan a fondo su principal herramienta, ya que si no es así están obligados a fracasar estrepitosamente. Seguramente a estas dos cosas (el dominio de las técnicas y procedimientos narrativos y la corrección idiomática) se refería García Márquez cuando hablaba del periodismo como un género de la literatura.
Pero así como existen elementos que los unen, hay otros que los separan. La realidad es uno de ellos. Mientras un escritor tiene la libertad para convertir a esta en un ficción, ya sea exagerándolo, disfrazándola, volviéndola un infierno o un paraíso o alterándola en general sin ningún límite salvo la verosimilitud el periodista tiene que ser rigurosamente fiel a ella, porque no puede cambiarla o tergiversarla sin que esto implique una grave alteración de de la verdad.  
Tomás Eloy Martínez sostenía que un periodista puede ficcionalizar la realidad siempre y cuando se lo haga saber al lector. En todos los demás casos, tiene que ser un esclavo de la exactitud. La libertad del periodista termina donde comienza la libertad del escritor. El tema es otro límite. Un periodista podría escribir sobre cualquier asunto, siempre que lo investigue; un escritor no: para él forma y fondo están íntimamente ligados y debe responder instintivamente a este principio. Sucede lo mismo con el espacio: en la literatura lo dicta el furor del escritor, el enfoque que quiere darle, el sentido de la vida que quiere capturar; en el periodismo, el diseño gráfico, la cantidad de páginas en blanco.
Pero tal vez la diferencia más profunda es de carácter político; es decir, social. «Hay novelistas y poetas egotistas que aseguran a mi juicio siempre falsamente que sólo escriben para sí mismos: por suerte, este autismo dudosamente veraz está prohibido en el articulista. Nadie es tan arrogante o tan imbécil como para decir que escribe artículos  sólo para él mismo», escribe  Fernando Savater en su libro Figuraciones mías. Sobre el gozo de leer y el riesgo de pensar. Y aunque se refiere el caso específico de los articulistas, creo que se puede aplicar a los periodistas en general.

Savater enfatiza en el carácter de servidor público que tiene un articulista y, por lo mismo, en el rol didáctico o lúdico de sus textos. «Un buen escritor de artículos es un acelerador de partículas imaginativas y racionales, lo cual excluye el mero capricho autocomplaciente», añade. Yo estoy de acuerdo con lo primero: con el carácter de servicio público hoy tan olvidado que tiene el periodismo. Sin embargo, no creo que un hombre de prensa esté libre de la tentación narcisista y menos que cumpla a cabalidad con las obligaciones morales y legales de la comunidad.

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