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Aprender a leer periódicos

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Antes, los periodistas aprendían a producir noticias; ahora, tienen que alfabetizar a ciudadanos con gustos volátiles, sin opiniones propias y una cultura incipiente.
Regularmente recibimos noticias del cierre de algún diario o revista impresa, o de la desaparición inminente de alguno de estos medios tradicionales. Y, sin embargo, la profecía apocalíptica de su desaparición no se cumple.
En la era digital han surgido una serie de movimientos que han transformado las funciones de los periódicos. Ahora se habla, por ejemplo, de periodismo cívico, periodismo ciudadano o periodismo de participación, que consiste en esencia en la posibilidad de crear y al mismo tiempo difundir información por parte de las audiencias.
La prensa no es, por supuesto, un medio estático ya que ha atravesado una serie de etapas de transformación impulsadas por los cambios tecnológicos y socio-económicos. Las relaciones tensas con el poder crearon a fines del siglo XIX y comienzos del XX las figuras de los “mukcrackers” o periodistas de investigación incómodos. Luego en los años 60 del siglo XX, la necesidad de renovar el lenguaje y los géneros derivaron en el “nuevo periodismo”. En la primera mitad del siglo XX, surgió el “periodismo de servicio”, encaminado a facilitar a los ciudadanos información práctica para que pudieran resolver sus problemas cotidianos; mientras que en la segunda mitad del siglo XX se buscó dotar al periodismo de una metodología más “científica” para informar.
La concepción anglosajona de que periodismo es aquello que consiste en salir a la calle para ver lo que sucede y luego contárselo a los demás, sigue siendo, en principio, válida. Sin embargo, en la primera década del siglo XXI se ha configurado una nueva manera de entender y practicar el periodismo escrito que pasa por la redefinición de sus roles.
El semiólogo y escritor Umberto Eco lo ha descrito con extraordinaria exactitud y claridad: «Los periódicos han perdido muchísimas funciones. Por la mañana lo hojeo rápidamente porque las noticias principales ya me las ha contado la televisión, pero continúa siendo importante por los editoriales, por los análisis, y es fundamental no leer uno, sino al menos dos cada día. Se debería enseñar a leer periódicos a la gente, dos o tres, para ver la diferencia entre las opiniones, no para conocer las noticias, eso ya nos lo dice la tele».
¿Enseñarle a leer a la gente los periódicos para ver la diferencia entre las opiniones?  Menudo problema que plantea Eco. Lo primero implica el fomento de una nueva cultura o el rescate de una antigua: leer periódicos, cosa que en el Perú hace, creo, el 5% de la población. Lo segundo, contrastar opiniones,  crea la necesidad de una cultura de la tolerancia y las prácticas sociales democráticas en medio de una ignorancia campante. Lo cierto es que la realidad cíclicamente le plantea desafíos de sobrevivencia a los periódicos, y hoy estamos en una de estas circunstancias.
En síntesis, los periódicos serán fundamentales mientras haya demanda de opiniones, aunque tendremos que aprender a escribirlos y a leerlos. Su suerte es muy parecida a la que augura Eco para los libros: «El libro como objeto continuará existiendo de la misma manera que la bicicleta sigue existiendo pese a la invención del automóvil; es más, hoy hay más bicicletas que hace unos años. Lo mismo podemos decir del fin de la radio por culpa de la televisión…”.



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