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El ensayista Sigifredo Burneo

Sigifredo Burneo Sánchez no es solo un creador,  sino también un intelectual y un ensayista piurano cuyo trabajo es sistematizar y valorar lo que se produce en su contexto e insertarlo en la rica tradición literaria del Perú, siempre con agudeza y desde una óptica plural, democrática y compensatoria. 

No hay una literatura peruana, hay literaturas del Perú. Nuestro proceso literario, afirmó Antonio Cornejo Polar, es plural, heterogéneo y una totalidad contradictoria. Un ser, no un estar, según José Carlos Mariátegui.

Pero como somos un país política y económicamente centralista, los estudios clásicos y conservadores repiten esta estructura de poder: un centro que acapara todo y una periferia que pugna, sin ninguna posibilidad de éxito, por conseguir un pedazo de los privilegios de ese centro.

Según Washington Delgado, la dicotomía centro-periferia no ha sido estática en el Perú. El centro, unas veces, ha estado en provincias (como en los años 20 del siglo pasado) y, otras veces, como ahora, ha estado en Lima; es decir, ha fluctuado cada cierto tiempo a causa de factores políticos, económicos y sociales. Por otra parte, no hay que perder de vista que, así como Trujillo es la periferia de Lima, esta es a su vez la periferia de México y esta la periferia de París o Nueva York.

La formación de nuestra tradición literaria es un proceso complejo que hay que registrar, estudiar y valorar de manera sistemática. Una producción abundante y, en algunos casos de excepcional calidad, exige un aparato teórico sólido, una investigación profunda y una dedicación muy grande.

La pluralidad a la que se refiere Cornejo Polar comprende no solo a las literaturas andinas, urbanas y rurales, sino también a la producida por minorías étnicas como las afroperuanas, chinas y japonesas. Se trata de un corpus heterogéneo y lleno de contradicciones culturales que necesita ser estudiado a cabalidad.

¿Quién da cuenta, registra y valora lo que se hace fuera de Lima? ¿De qué manera se estudia y organiza lo que se produce desde la periferia? En algunos casos, son los propios creadores y, en otros, un conjunto de estudiosos cuyos trabajos, pese a su importancia, no han merecido la atención y la importancia que se merecen.

Pienso, por ejemplo, en el trabajo que realizan ensayistas como Saniel Lozano Alvarado con la literatura de Trujillo; Luzmán Salas, con la de Cajamarca; Néstor Tenorio Requejo, con la de Lambayeque; Gonzalo Pantigoso y Segundo Castro García, con la de Ancash. O lo que hacían Rigoberto Meza Chunga, con la de Tumbes; y Manuel Baquerizo Baldeón, con la Junín y otras regiones del Perú.

Sigifredo Burneo Sánchez no es solo un gran cuentistas y poeta, sino también un excelente crítico y ensayista. A él le debemos los mejores estudios sobre los pilares de la poesía y narrativa de Piura de los últimos cincuenta años. Sietevientos Editores, la Universidad Nacional de Piura y Lluvia Editores acaban de publicar los dos primeros tomos de sus obras completas, las cuales empiezan con los estudios críticos mencionados.

En el tomo I, La Poesía, La Narrativa, Burneo presenta una introducción acuciosa e iluminadora sobre la narrativa contemporánea de Piura y luego cuatro ensayos destinados a desentrañar los misterios creativos, las técnicas empleadas y los alcances estéticos en las obras de Rigoberto Meza Chunga, Víctor Borrero, Gerardo Maza Vera y Miguel Gutiérrez Correa, notables narradores de esa región del Perú. Debo consignar que este último, el dedicado al autor de El viejo saurio se retira, no es solo penetrante, sino muy didáctico y revelador, sobre todo en lo que se refiere a las técnicas y procedimientos narrativos empleados por el autor.

En el tomo II, La Poesía, el autor divide en dos sus asedios críticos: por un lado, sendos ensayos dedicados a autores emblemáticos de la poesía piurana: Alberto Alarcón Olaya, Juan Luis Velásquez y Marco Martos; y, por otro lado, una aguda indagación en la producción literaria piurana contemporánea producida entre 1960 y 2005, entre lo que sobresales algunos nombres como el de Roger Santivañez, así como algunos artículos periodísticos sobre las obras de algunos autores noveles y consagrados.

“Acercarse a la obra de un poeta significa un compromiso y una responsabilidad que asume voluntariamente quien pretende convertirse en el analista de un trabajo intelectual con finalidad estética. Hay un riesgo obvio que entraña este compromiso: la posible subjetividad que surge de las jornadas compartidas, de las conversaciones sin fin y de las discrepancias ideológicas; pero, a la vez, hay también un beneficio: el que proviene del mejor conocimiento de la personalidad creadora al ser testigo de sus sucesivas transformaciones conceptuales con respecto al proceso de la creación literaria. En mi caso personal, asumo esta tarea con la alegría del amigo y la seriedad del docente universitario”, dice Burneo.

La aparición de estos tomos de estudios críticos llena sin duda muchos vacíos, pero, antes que nada, pone en valor el trabajo intelectual de Sigifredo Burneo Sánchez, quien de algún modo marca el derrotero de los futuros estudios literarios pensados ya no desde la periferia, sino de esa totalidad contradictoria que no cesa de producir.





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