¿Podrán algún día los medios y las redes sociales en las grandes metáforas de la inclusión informativa? Por ahora, debido a la crisis de los partidos y las instituciones, estos se han convertido en nuevos espacios de discusión y representación política.
Internet, las redes sociales y los medios de comunicación son las nuevas plazas públicas donde se construye lo político y lo social, afirma la analista María del Pilar Tello. Y tiene razón. Esto ocurre porque las instituciones son frágiles, los partidos débiles y las ideologías está desacreditadas.
Los jóvenes, los principales impulsores del cambio en una sociedad, son quienes viven a todo tren este cambio de la plaza pública a los medios virtuales. Ellos han comprendido mejor que nadie que los medios y las redes sociales son un factor decisivo en la formación de la opinión pública y, sobre todo, creen que en estos nuevos espacios es donde puede ocurrir el fenómeno que Manuel Castells denomina “autocomunicación”; es decir, el modo de producir información sin intermediarios y en oposición a los medios. Es el momento, dice Castells, en que “la sociedad será capaz de automediatizarse poniendo fin a los monopolios y evitando que se tergiverse la información”.
A finales del siglo XX, quienes vivían entonces su adolescencia o juventud fueron acusados por sus mayores de «apáticos», «conformistas», «descreídos», «apolíticos» y «desideologizados». El título de un libro muy popular de Douglas Coupland publicado en 1991—Generación X— fue usado para llamar a esta nueva generación.
A la «Generación X» le sucedió la «Generación Y», conformada por quienes vivieron el auge de Internet y desarrollaron, debido al descrédito de las utopías políticas, aspiraciones económicas individualistas, así como una visión más pragmática del mundo. Con los años, hemos podido comprobar que tras el juicio histórico a los «X» y a los «Y» han existido muchos prejuicios.
Sin embargo, gracias al apogeo de Internet y las redes sociales los jóvenes son ahora los protagonistas del cambio y la protesta gracias a las posibilidades que ofrecen Internet y las redes sociales. El triunfo del liberalismo a fines del siglo XX consagró el prejuicio de que el modelo de democracia occidental no podría ser cuestionado, pero ocurre que las tecnología de la información impulsadas por este modelo han abierto una grieta en su estructura.
En el Perú, este fenómeno coincide con otro: En la “espectacularización de la política”. Los políticos con ideología y discursos con contenido desparecieron o se arrinconaron en movimientos de última hora. Los empresarios, los periodistas, los militares retirados, los caciques de provincia y algunos ciudadanos de «éxito» se apoderaron de puestos de mando y representación. Hoy, próximos a un nuevo proceso electoral, la política vuelve a ser lo mismo. Por este motivo, existe la necesidad de encausar las aspiraciones de los nuevos electores y los ciudadanos hartos de falsas promesas.
¿Como mediadores y ejes de representación política los medios expresan cabalmente las aspiraciones de los ciudadanos? ¿Las redes sociales pueden llegar a convertirse en impulsores de la llamada autocomunicación? Todo indica, hasta ahora, que para esto ocurra necesitamos de sociedades y ciudadanos maduros, conscientes de sus derechos y obligaciones, comprometidos con el futuro, críticos y analistas, que distingan bien entre lo democrático y lo antidemocrático y, sobre todo, que amen a su país.
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IIustración tomada de Crónica Z, cultura y educación