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La perfección del fracaso

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Uno de los cuentos más hermosos, enigmáticos y recordables de Julio Ramón Ribeyro es Silvio en el Rosedal. Todos sus lectores coinciden en su alto valor estético y, sobre todo, en su función de alegoría sobre los misterios de la existencia.
 En principio, el cuento convoca muchos de los temas centrales de la condición humana. Peter Elmore identifica cuatro de ellos: el sentido de la existencia, la naturaleza del amor, la índole del deseo y el derecho a la realización. Yo añadiría el de la soledad y el deterioro físico y moral.
Estos temas cruciales están catalizados por Silvio, quien es el centro alrededor del cual giran todos los hechos y situaciones de la historia. Su vida no tiene de algún modo mucho sentido, pues se refugia en la falsa seguridad de la vida anodina, apartada, campestre y mediocre en una hacienda. Silvio, como casi todos los personajes de J. R. Ribeyro, carece de porvenir. Pero lo más dramático es que los vacíos que le infringe la soledad son llenados con obsesiones que a lo único que lo conducen es al fracaso sistemático.
Este hombre que, además, no conoce el amor o lo conoce muy mal, siente que su fracaso como escudriñador de mensajes ocultos es compensado por la aparición de su sobrina Roxana, una bellísima quinceañera de quien se enamora perdidamente apenas la conoce. Pero la naturaleza del amor no es ser siempre complaciente. Su sobrina lo ve solo como un tío e ignora por completo que él la ama y, sobre todo, la desea.
Silvio tiene derecho a realizar sus viejos anhelos, y con este motivo contrata a un músico genial y discriminado por la sociedad tarmeña para que le enseñe a dominar el violín. Ambos ejecutan en solitario perfomances fuera de serie que tienen como único testigo al viento. Hay aquí, sin duda, una alegoría sobre la fugacidad e inutilidad del goce estético, ese que Kant opuesto al interés y a la pura racionalidad. Miguel Gutiérrez sostiene que Silvio en El Rosedal puede ser tomado, en una de sus perspectivas de significación como una parábola del escritor en el mundo contemporáneo. Elmore afirma que el cuento desarrolla «la expectativa de que los signos contengan un sentido iluminador y alberguen una verdad capaz de transformar a quien lee». Esto, quizás, sea la clave de su gran aceptación entre los lectores.
Como se lee, los significados que convoca la historia son múltiples, y en esto sin duda reside su valor. El otro valor consiste en la utilización de un estilo —tal y como pide en su decálogo del cuentista— «directo, sencillo, sin ornamento ni digresiones». A esto habría que añadir la utilización de un lenguaje reconocible por los lectores y que es, al mismo tiempo, convencional. Alguien, por esta razón, ha dicho que Ribeyro es el mejor escritor del siglo XIX que ha tenido el Perú.No obstante, aunque su prosa parezca vieja sus temas aparecen siempre vinculados a la realidad inmediata.
Silvio enEl Rosedaldebe leerse como una alegoría sobre los enigmas de la existencia humana y como una crítica sutil contra el consumo banal de los productos simbólicos del mundo contemporáneo. El cuento tiene un alto valor polisémico debido a la complejidad del tema abordado y las derivaciones de este, que van desde el melodrama hasta la ironía más sutil.
El cuento es una experiencia ética y estética. Ética porque la vida moral de Silvio es un dilema entre la aceptación del deterioro o el empeño en superar sus derrotas personales. Y estético porque en todo momento lo que busca Silvio tras la resolución del enigma es el goce de la perfección o la perfección del fracaso.




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