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La postpoesía, el nuevo paradigma

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¿Por qué la poesía sigue perdiendo lectores y prestigio social? Fernández Mallo, piensa que se debe a que no todavía no ha dado el salto de la modernidad a la posmodernidad, como sí lo han hecho las otras artes.
Una queja recurrente entre los poetas es que ahora muy pocas personas leen poesía. Esto, en todo caso, puede constatarse en los austeros tirajes de libros, la poca o nula de asistencia a los recitales y la profunda desconfianza en un género que antaño era la expresión por antonomasia de los seres humanos.
En un mundo donde impera la lógica del mercado no es insólito  que la poesía sea considerada como un asunto propio de seres extraños, locos o desviados del juicio social. La torpeza del mundo real y la excesiva presión con que los sistemas políticos y económicos someten a los seres humanos ha hecho que estos consideren a la poesía un asunto de cenáculo. Este mundo requiere de ovejas que sigan los dictados del mercado. Todo lo que es contemplación, filosofía, profundidad y riqueza emocional es sospechoso y debe ser proscrito.
Entre el lenguaje poético y los lectores comunes y corrientes hay desde hace muchos años una fisura difícil de cerrar. Es una brechaabierta desde dos frentes. Por un lado, los poetas, que en un determinado momento de la historia decidieron volverse herméticoso antipáticos. Y, por otro, los lectores, que poco a poco ─y a su pesar─ han ido empobreciéndose o banalizándose, tanto que en algunos casos son capaces de confundir un poema con un texto de autoayuda.
En su libro Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma, un libro publicado el 2010, Agustín Fernández Mallo sostiene que la poesía escrita (para diferenciarla de la que utiliza otros lenguajes que no sea el escrito), si es que no ha muerto ya, se ha convertido en  “práctica de manierismos y ejercicios de nostalgia”. Añade este autor: “(…) una abrumadora mayoría de la poesía publicada (…) parece no haberse enterado del cambio operado no solo por el resto de las artes (…), sino por el conjunto de lo que damos en llamar sociedades técnico-desarrolladas, y si se ha enterado le da la espalda de tal manera que sólo puede conducirla al suicidio por anoréxica autodestrucción”.
Para Fernández Mallo, en la poesía escrita contemporánea todavía no ha producido un cambio de paradigma, a diferencia de las artes plásticas o la música, donde desde hace algún tiempo la ciencia y la tecnología han potenciado las posibilidades comunicativas de ambas. En la poesía que él llama “ortodoxa” los recursos expresivos más se han anquilosado y congelado en el pasado.  Lo que propone es que la poesía comience un proceso de desconstrucción, de cambio radical de sentido, puesto que se trata de la única disciplina artística que todavía no lo ha hecho. Este fenómeno se conoce como el salto de la modernidad a la posmodernidad.
La vía para recuperar a los lectores y el prestigio social perdidos no pasa por matar a la poesía escrita, sino en rescatar lo mejor de esta, incorporar las posibilidades expresivas que ofrecen por ejemplo, Internet, las redes sociales y los medios audiovisuales, así como buscar la colaboración (como antes lo hicieron las vanguardias o “ismos” de comienzos del siglo XX) con medios más convencionales como las artes plásticas, la arquitectura, el cine y la televisión. La postpoética sería, por esto, una estrategia para garantizar la existencia de la poesía y una nueva poética inspirada en el lenguaje e imágenes las nuevas tecnologías que gobiernan el mundo.
                                             

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